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joseph

2011, el año de México en Francia y yo... en París

2011, el año de México en Francia y yo... en París

Algunos mexicanos recordaremos el año 2011 como el año en que se cancelaron los eventos culturales y las festividades de México en Francia. El año de México en Francia había sido cancelado debido a un problema diplomático que surgió a raíz de que el gobierno francés reclamaba la repatriación de una ciudadana francesa que había sido detenida en México de una forma bastante controversial y de que el gobierno mexicano sostenía la culpabilidad y la transparencia del proceso judicial al que fue sometida dicha ciudadana. La cancelación fue muy penosa para ambos países. Francia tiraba de la cuerda diciendo que sino era repatriada su prisionera, los festejos iban a ser dedicados a esta mujer. Por otro lado, al enterarse de las condiciones de los festejos, el gobierno mexicano decidió tener "dignidad" y cancelar su participación. Ambas diplomacías se salieron con la suya. La respuesta del gobierno francés fue que México iba a perder mucho con esta cancelación y su contraparte decía que se tenía que aplicar la ley y no podía cejar en su decisión de no dejar ir a su prisionera. No tengo ahora que decir quiénes estaban perdiendo realmente. Del sólo imaginar a la tour Eiffel iluminada con los colores de mi nación, los museos franceses exhibiendo piezas de la cultura del país invitado, los eventos gastronómicos, que grupos de música toquen en los festivales locales durante la la fête de la musique o el Solidays, México mencionado en noticias europeas y se referenciado en todos lados lo que sucede con una cultura viva y que además, el país que más recibe turistas en el mundo promocione un destino turístico diferente al suyo... todo esto comienza a sonar como una pérdida desproporcionada y todo por un mal proceso judicial realizado por una persona de dudosa valía y de pocos escrúpulos. Como mexicano qué puedo decir. Se prefirió a un malandrín de poca monta a la promoción de un país con sed de que el mundo lo vea como algo más allá de un simple territorio donde mantan mujeres, queman niños y con estadísticas de muertes violentas que en tan sólo 4 años, más de 38 mil muertos por una supuesta guerra contra el narcotráfico. En fin, así está la patria. Pero todo esto es para poner en contexto. Muchos meses antes de la cancelación yo había recibido la enorme y feliz noticia de que vendría a París por 4 largos (o muy cortos) meses a estudiar y a trabajar en uno de sus afamados centros de investigación. No me mandaba mi país de viaje. Yo había salido ya hace algún tiempo de México para ir a estudiar en España mi doctorado y de allí me iban a mandar -al cabo está a un lado, dirían ellos-. Yo estaba muy contento con la feliz coincidencia. Creía que no me había podido suceder algo mejor. Venir era igual a estar en casa, con  reflectores posándose en mí y en la comunidad de mexicanos de por acá. Pensaba en la rica comida, en conocer artistas que estando en mi país me hubiera sido imposible conocer, hasta me estaba haciendo ilusión de poder participar en algún evento cultural. De pronto, todas estas ideas y ensoñaciones se desquebrajaron unos meses antes de tomar el avión rumbo a la hermosísima ciudad de París.

He de confesar que al salir del avión se me dibujó una sonrisa muy grande. Era realmente grato estar aquí. Mirar la cultura francesa desde cerca, ser usuario del complejo pero eficiente sistema de trenes y del metro de la ciudad. Utilizar mi oxidado francés para comprar boletos de metro <<bonjour, je voudrais s’il vous plait...>>, de tener un sitio propio para pasar aquí cuatro cortos meses. De venir a trabajar a un laboratorio y de no ser un simple turista a la toma fotográfica de cada piedra, de cada bar y de cada francesa que pasa por la calle. Iba a poder usar mi cámara de recién adquisición y con mis fotos iba a deslumbrar a propios y extraños. Ya desde el primer día estaba planeando mis paseos por las cercanías de París para visitar castillos y pueblos pequeños. Echar manos al equipo de laboratorio y discutir, convivir, trabajar, conocer y beber vino francés con estas personas que han marcado mi gusto por la física. Al poco tiempo, la sensación del año perdido de México se fue borrando. Borrando también la impresión de que si mi bandera no estaba en la tour Eiffel algo iba a faltar. Au contraire, nada hacía falta. Un amigo argentino desde el primer día me mostró la ciudad. Luego conocí más gente y tuve visitas de amigos mexicanos aquí en París. Vino felizmente mi esposa y recorrimos tomados de las manos callejuelas, paseos turísticos por la Siene, subimos a la tour Eiffel, tuvimos cenas en buenos restaurantes, tragos en bares céntricos de París, cine desbordante y gracias a Woody Allen con su Midnight in París, gatos callejeros peludos que disfrutaban de la noche y todo esto nos ofrecía la posibilidad del reencuentro, del amor de joven pareja. Las calles con basura, la Seine maloliente y las multitudes de gente en el metro no repersentaban ninguna incomodidad u obstáculo, eran parte del necesario paisaje de una ciudad tan romántica que lo tiene absolutamente todo... hasta una fotografía del luchador El Santo, el enmascarado de plata en la cafetería del Musée du Quai Branly. 

Y cuando se fue mi esposa, todavía me alcanzó el tiempo para seguir con la nariz, cuerpo y alma en el trabajo, para visitar el pueblo Auvers Sur Oise donde se encuentra la tumba de Vincent Van Gogh y su respetable hermano. Me dio tiempo de conocer el Château de Chantilly, de beber un trago en un bar por Père Lachaise donde una banda francesa interpretaba música blues, rock, jazz y muy significativamente interpretó dos rolas de Carlos Santana y en un español con acento francés muy marcado, el cantante de la banda daba las gracias a su público y se despedía en medio de aplausos, baile y gozadera. ¡Era increíble! Hacía sentir bien a cualquiera. En esa noche en especial, pensaba de regreso a casa si realmente se había cancelado el año de México en Francia. Llegué a la gran conclusión de que mi año de México en Francia era éste.

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