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Cianotipia o cyanotypes

Cianotipia o cyanotypes

La técnica de los cianotipos llegó a mí de forma muy curiosa y sin que me diera cuenta. Yo soy aficionado a la fotografía pero no al grado de enloquecer por conseguir equipo fotográfico y además peco de ignorante al referirme a lentes, técnicas, accesorios para cámaras y tipos de cámaras fotográficas. No podría mantener una conversación de cinco minutos con alguien que medianamente se interesa por "la fotografía". Sin embargo, mi curiosidad por hacer mezclas y reacciones químicas con material casero siempre están latentes y algunas veces despierto con la inquietud de salir a la farmacia Paris a comprar utilierías de químico y algunos compuestos para reproducir químeras de la internet. Volviendo a cómo llegó a mí la técnica de la cianotipia. Había vuelto a casa luego de dejar a mi mujer en su trabajo muy temprano por la mañana y estaba dispuesto a hacerme el primer expresso de la mañana para sentarme a contestar correos electrónicos y disponerme a trabajar en lo mío (esto es lo que menos importa) cuando de pronto sonó el teléfono; era un amigo de mi mujer que estaba pasando por algunas complejidades afectivas y que quizás necesitaba un poco platicar por lo que estaba pasando así que yo estaba dispuesto a escuchar lo que tuviera que decir en desahogo siempre y cuando tuviéramos una cerveza en la mano o algo parecido. 

-¿Qué ondas?, ¿qué estás haciendo?, decía el amigo de mi esposa del otro lado de la línea.

-Nada, dejé a mi mujer hace un rato en su trabajo y estaba por ponerme a trabajar, pero ¿porqué no te pasas por la casa y echamos un café?, yo contesté.

La conversación era un poco insulsa, en realidad yo no sabía qué preguntarle o cómo invitarlo a la casa para que pudiéramos platicar.

-¿Qué te parece si mejor tú te vienes a mi casa y acá nos tomamos el café o algo más fuerte?

Al parecer nunca hablo claro con la gente, o lo que yo digo no tiene suficiente significado de cosas circunstanciales, el caso es que tuve que insistir para que entendiera que era él el que debía de venir.

-Mira, te decía que estoy por ponerme a trabajar y no me puedo desplazar fuera de mi casa por...

-Ok, ok, hay un taller de revelado y fotografía en la universidad y me gustaría tomarlo, ¿qué onda?, ¿vamos? 

-Ven a la casa y platicamos acá.

-Bueno, salgo en cinco minutos y te vuelvo a marcar cuando esté por llegar, pero no estoy de muy buen humor cómo te podrás imaginar. Dijo al final él.

Hay una redundancia con esto de las telecomunicaciones, no sé para qué diablos quería volver a hablar antes de llegar a mi casa. Yo simplemente le estaba invitando porque de alguna forma sabía que él lo necesitaba (en realidad mi mujer me dijo esto). El caso es que cuando llegó me contó que había una maestra fotógrafa muy reconocida por la universidad que da clases en varios lugares; que no recordaba su nombre; que era un taller de revelado digital, etc, etc... que el taller tenía un costo de aproximadamente US $45 y que solamente eran seis sesiones. La cosa no sonaba tan mal, yo por haber llegado del viejo mundo veía el precio bastante acequible y aunque tenía muchas cosas que hacer, mis fechas límites o deadlines estaban un poco lejos y de forma optimista, podía gastar un poco de tiempo por las mañanas en este curso de "revelado digital de fotografías". El caso es que fuimos a inscribirnos después de beber café y un par de cervezas. Yo pagué la cuota sin siquiera mirar el resumen o el brochure del taller. Todavía después ni me interesé por saber de qué se trataba el dichoso curso. Una semana después estaba con el amigo este en un auditorio de un museo. Allí se presentó la maestra junto con un grupo reducido de chicas; todas ellas eran estudiantes de artes plásticas o cosas afines. Al principio la maestra tiró rollo sobre la historia de la fotografía, luego vino algo "revelador"; no era que las prácticas del curso hubieran comenzado ya, era que por fin me enteraba yo de qué se trataba la cosa. Íbamos a hacer revelado con la técnica de cianotipo, que es una técnica descubierta por un físico astrónomo de nombre Herschel en 1842 cuyo gusto por la botánica y las algas marinas lo habían llevado a interesarse por hacer un catálogo de estos vegetales más allá de la expresión del dibujo a lápiz o cualquier otro tipo de reproducción. El caso es que Don Herschel mezcló ferricianuro de potasio y cloruro de hierro amoniacal verde para obtener una mezcla sensible a la luz solar. Si esto hubiera sido un descubrimiento de este siglo, diríamos que la mezcla es sensible a la luz ultravioleta o UV. El caso es que las sombras en los objetos quedan impresas en color azul Prusia sobre una superficie algodonada luego de lavar en agua abundante. Para ser honestos, no estaba enganchado en lo más mínimo. Fueron casi cuatro sesiones (dos por semana) de verbo sin hacer nada, ni practicar, ni revelar, ni preparar sustancias. Yo no podía mantener mi interés por más tiempo; en una clase nos dedicamos a usar photoshop para obtener negativos... ¡pan comido! Eso lo hago yo todos los días al binarizar imágenes de mis experimentos y hacer análisis geométrico en matlab de cientos de miles de fotogramas a la vez. Hasta aquí habían sido US $45 tirados a la basura, más casi cuatro horas semanales de no hacer literalmente nada. Comenzaba a pensar que si quería ayudar a que alguien se distrajera de sus penas, lo mejor sería llevarlo a un bar o algo así, en vez de seguir ideas absurdas y de dejarme arrastrar y perder mi tiempo y dinero. Todo iba mal. En tantas sesiones no habíamos hecho nada. Yo ya no era paciente para soportar una clase más pero de pronto, la maestra sugirió ir a su casa a hacer las prácticas. Todo el grupo estaría en su casa porque allí había más espacio para trabajar y aplicar la emulsión que se obtendría luego de hacer por separado soluciones de esos dos compuestos. No sé, el caso es que por fin iba a suceder algo interesante. Como no me interesaba mucho el tema, hice caso a la maestra en que estas sustancias eran cancerígenas y que no debian manipularse sin protección y sin tapabocas. Luego leería en la internet que el ferricianuro de potasio es usado en la elaboración de vinos y que la otra sustancia no era ni lejanamente tóxica. No había balanza ni nada, pero había que pesar 140 gramos de ferricianuro de potasio y en la bolsita donde venía cabían 200 gramos. Con un vaso de precipitado que tenía la maestra pude medir que 100 gramos ocupan un volumen de 90 ml. Haciendo cuentas 136.7 ml eran 140 gramos. Ya mezclarlos en 250 ml de agua era cosa bien fácil. Para la otra sustancia 200 gramos se diluían en 1 litro de agua. Luego la emulsión se hacía mezclando 1:1 ambas soluciones para después aplicarse sobre el papel; que si era bajo en algodón debía de sumergirse primero en grenetina; que la grenetina se descompone entonces, la descomposición se detiene bañando en formol y así... Yo en mi excepticismo no usé ninguna mezcla con grenetina, ni formol ni nada. En un cuarto oscuro y junto con mis compañeros de taller nos pusimos todos a esparcir la emulsión con esponjas y brochas, luego dejamos cercar y yo aproveché para fumar mi pipa un rato. Algunos traían negativos impresos en impresora láser y al colocar sobre el papel amarillento y seco y con emulsión y meter esto entre dos vidrios y poner al sol por 30 minutos se veía como el papel dejaba su color amarillo y se volvía azul, luego al retirar el negativo se veían manchas amarillentas, pero al lavar en agua el amarillo se iba y dejaba el papel blanco y para el asombro de todos, se veía por fin una figura definida y casi mágica impresa y de un bello color azul Prusia. Esto me enganchó y fue entonces que quise reproducir mis propias fotos. Probé de muchas formas para ver cuál salía mejor. Inclusive compré una lámpara de UV de 20 Watts para ponerla en un cajón de madera y probar si era posible revelar así. Puse una capa, puse dos capas, puse tres capas para ver cuál era la mejor. Imprimí a mi gato, a mi mujer y otras fotografías de edificios para simplemente ver cómo salían en ése extraño color azul Prusia.